Imagen: Matías Miguel Clemente
Nos costó mucho ponerle nombre a nuestro gato, bueno... a mí no me costó porque lo tenía clarísimo, pero como totalidad nos costó mucho ( hay que compartirlo todo ). Yo tenía más que claro que se llamaría Mefistófeles. Ha tenido que pasar casi un año para que Mefistófeles sea Mefistófeles con todas las de la Ley.
T.S. Eliot ha dado autoridad a mi decisión ( porque fue mía ), ahora nuestra ( qué facil es sumarse a una decisión cuando la comparte alguien como él).
Cuando he leído el libro que ha publicado El Gaviero, he mirado a mi gato a los ojos y le he dicho, nunca más tu madre te llamará Vladimir cuando olvide tu nombre, ahora se lo va a aprender.
[...] Queda otro nombre, pero no hay accesos.
Sólo el gato conoce el tercer nombre
y nunca lo confesará a un hombre
por mucho que lo mime con mil besos.
Así que cuando a un gato ensimismado
contemples, es seguro que, coqueto,
en su mente repite el gran secreto
de los gatos: ese nombre sagrado.
El tercer nombre, el nombre más profundo.
El que les sirve para amar el mundo.
(Libro de los gatos sensatos de la vieja Zarigüeya, T.S.Eliot. Traducción de Juan Bonilla (@). Ilustraciones (brutales) de Laia Arqueros (@), El Gaviero Ediciones) (@)
1 comentario:
Tendré que hablar con mi gato Leo, a ver qué misterios me desvela...
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