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Memoria histórica

Imagen: Matías Miguel Clemente sobre figura en barro de Virginia Caro









Yo disfrutaba
en mi adolescencia de un local. Un día decidí darle una vuelta al sitio, ya sabéis, una manita de pintura, unos sacos de cemento y yeso... podríamos hacer una barra, unas lejas y cojer muchas cosas de la calle. Picamos la pared donde había humedades y rellenamos de yeso. Primer problema: la humedad queda justo en el lugar en el que hay un enchufe no pasa nada, lo tapamos todo con yeso (disparate, locura, calambrazo al taparlo, posible alopecia dentro de unos años). El enchufe quedó tapado durante años, pero no dejó de dar problemas al circuito eléctrico, ya de por si bastante viejo y precario.

Se ha hablado en numerosas ocasiones de un pactado silencio, de un acuerdo de conciencia, de una pasada de página, de echar tierra de por medio. Ese status quo se firmó en nombre de un ente enormemente grande y abstracto llamado sociedad, en nombre del cual se habla por ejemplo de estadísticas, de vox populi, de opinión generalizada, en definitiva de unos conceptos tan amplios, tan maleables y tan húmedos que suponen por tanto su debilidad. Entonces todos, nuestros padres, madres, abuelos y abuelas no firmaron nada, sencillamente solucionaron lo urgente, pero para después dar salida a lo grave. Nadie se levanta con la sociedad al lado de la cama, nadie tiene una foto de hace décadas, en blanco y negro sentados todos en un patio con la familia en fiestas...y la sociedad asando carne. Quedó todo tapadito, bien tapado, pero en cada casa sigue golpeando un hilito eléctrico, sigue habiendo calambres y chispazos, hay algo húmedo que cala.

Pacto de quién, de qué, con quién... Me choca la diferencia lingüística que existe entre reabrir heridas y reabrir fosas. Las asociaciones de memoria histórica hablan claramente de reabrir fosas, Mariano habla de no reabrir heridas, es su discurso, su frase: creo que no se atreve, ni tiene la vergüenza suficiente, como para decir literalmente no reabrir fosas. Eso es posicionarse demasiado en un significado que supone una imagen demasiado arriesgada para su partido y sus orígenes: dejar tres metros de tierra por encima. Es no hablar en nombre de doña sociedad, aquella que crea pactos invisibles. Es la diferencia entre decir no somos nadie y no era nadie.

5 comentarios:

Erredé dijo...

Amen

maiz de agua dijo...

En la política las palabras juegan un papel fundamental.
La diplomacia del discurso suele ser igual a hipocresía del discurso por eso da tanto placer dialogar del tema con gente que se da cuenta de la movida REAL POLÍTICA, aunque haya que arquear la ceja y subir el tonillo.
En todo caso hay que hablar.

Te agradezco tus palabras, qué pena no estemos en tertulia REAL jeje es cuando la exhaltación política más se agradece, nos leemos.

Anónimo dijo...

aquí cómo se silba??

cuadernogaviero dijo...

es la diferencia entre el silencio y el olvido

FASB dijo...

¡Cambio de look!