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Una tumba para Boris Davidovich – Danilo Kis

IMAGEN: Matías Miguel Clemente


Lo empecé hace mucho tiempo, me lo habían recomendado como una especie de sofisticación mezclada con exotismo balcánico, una rareza incomprendida. Y he de decir que le eché un tiempo hasta que no pude más. No debía ser el momento me dije, para mí evidentemente, no seré yo quien juzgue el momento de nadie, faltaría más. Y lo dejé, como digo, pero ante esas circunstancias me torturo mucho, no me gusta no poder seguir, así que después de un tiempo prudencial ( unos meses ), lo volví a coger por la conversación que tuve con un amigo que me lo volvió a recomendar como algo sofisticadamente exótico con tintes balcánicos.

Y he de reconocer que me ha costado, sí, a pesar de ser consciente de la originalidad en su narrativa, de la velocidad que impone al lector, que resulta como una carrera ciclista en la que tú eres el líder y dos o tres gregarios más frescos que tú te estuviesen abriendo camino mientras miran hacia atrás para buscarte (soy como Perea, a veces me lío yo solo). Y a pesar del tema de los relatos que es apasionante.

Es un compendio de relatos que tratan sobre las diversas situaciones que se dan en las retaguardias de las revoluciones, de las guerras y de las conspiraciones políticas. Centradas sobre todo en los acontecimientos históricos de principios de siglo XX. Así nos vemos tanto en Kiev, como en Bilbao, como en San Petersburgo, o como en París o Berlín. Personajes en ocasiones despiadados, melancólicos, o meros transportadores de información, rusos, rumanos, Irlandeses pero sobre todo judíos, personajes que intentan entrar o tejen desde la Komintern. Alianzas entre grupúsculos revolucionarios, traiciones, detenciones injustas, o más que justificadas, destinos ruinosos y en definitiva todos los lazos que se urden cuando hay que entrar a un barco que zarpa o cuando hay que salir de él porque se hunde.

Si bien lo que más llama la atención de la narrativa de Danilo Kis es sin duda lo que podríamos confundir con numerosísimas digresiones pero que no acaban siendo tales. Una especie de alejamiento de los temas, del que además hace cómplice al lector, y que al final siempre consigue derivar a un punto fundamental del tema. Una especie de referencia pseudo-histórica que hace que pertenezca inevitablemente a la fábula, incluso introduciendo aclaraciones a pie de página, dando en ocasiones la sensación de estar ante un manual de historia o ante un artículo periodístico de dominical. Dice, en el relato que da nombre al libro, Después de un obvio vacío en las fuentes que estamos usando ( y con las que dejaremos de aburrir al lector para que pueda disfrutar del falso placer de estar leyendo solamente un cuento que, normalmente, para fortuna de los escritores, equivale al poder de la fantasía ) Con lo cual está clara la intención de esas incursiones en el proceso lector de servidor o servidores.

También es llamativo lo que algunos han dado en llamar fragmentarismo dentro de cada relato. Están divididos en varias partes no muy extensas, si bien yo no lo he contemplado así, al menos en este libro, sino como una mera presentación formal. Como fragmentarismo entiendo quizá otra cosa, algo más abrupto temáticamente y formalmente hablando, y que podemos encontrar hoy en cualquier anaquel, y de muy buena calidad por cierto (DIGRESIÓN, Perdonen).

En definitiva me ha parecido una narrativa reveladora, original, cargada de intenciones y de personajes ambiguos capaces de alentar la historia que tienen detrás. Original por el carácter historiográfico-ficcional, por las situaciones espaciales tremendamente originales, y por lo enrevesado de las historias que en ocasiones se cruzan. Vertiginoso en ocasiones por la velocidad de las temáticas que se cuelan de manera transversal.
Quedo a la espera de encontrar otro volumen y ver qué hay dentro.


Danilo Kis, Una tumba para Boris Davidovich, Pról. de Joseph Brodsky, Trad. Nevenka Vasiljevic, Acantilado, 2006.


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