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Incendio mineral. María Ángeles Pérez López. Vaso Roto.



En ti están los cien mil caracteres hereditarios que te atan dulcemente a los demás. Este verso pertenece al poema ¿Y si eres nadie? Se trata de uno de los últimos versos de Incendio mineral de María Ángeles Pérez López, editado por Vaso Roto. Seguidamente señalo: ¿Y ahora? ¿Quién crees que eres yo? Este otro verso pertenece al primer poema, Mi cuerpo choca contra los pronombres.

Los he rescatado así, de este modo -un verso del final y luego otro del principio- porque una de las claves de este libro, en mi opinión, es dar forma a la siguiente intuición: participamos al mismo tiempo del futuro y del pasado, somos materia fractal, estamos allá adelante y acá detrás, y nuestra presencia debe estar tutorizada por la búsqueda, por la interrogación, por la extrañeza, que son las que harán de la existencia un espacio para el conocimiento. Esta arquitectura del libro se construye, además, con otras temáticas que a mi parecer están magistralmente tratadas, y que podríamos resumir -por no extender este consejo, invitación, o como lo queráis llamar-, en la continuidad de la materia, materia granulada que no teme a su sombra, en la transcendencia del lenguaje, en la impronta que llevamos escrita en nuestra carne, piel, sustancia; en definitiva, la comunión que existe entre todo lo que nos rodea, y la unión que experimentamos, también, con un presente que nos reclama como seres racionales.


 Incluye el libro un estupendo estudio del mismo que firma Julieta Valero, con lo que poco puedo añadir yo, si no es una opinión personalísima, y que estaría sustentada en el gozo que he sentido con su lectura, con su manera de hacerse preguntas acerca de las cosas tangibles e intangibles, y su elíptica respuesta que lleva a la poeta a responderse a sí misma, en forma de poema, desde ese otro ser que somos en la escritura -no sé si más clarividente, o más sabio, o sencillamente más libre-. ¿Puedo mirar hacia otra parte para que no se deposite sobre mí este peso que todo lo concierne? O ¿En qué momento se adhiere la manzana a su color? Lo que está claro es que cada una de las certezas, y de las respuestas traducidas a lenguaje y forma poética, denotan el profundo conocimiento que María Ángeles tiene del ser poeta, de ejercitar la duda, y de trabajarse una sabiduría a través de las demandas que el presente y su realidad -siempre imperativas- le hacen.

Existe en Incendio mineral un discurso en forma de poemas en prosa que nos trae, además, ecos de otros grandes autores, a veces en forma de mención, llamados al poema por la misma María Ángeles, como el caso de Aníbal Núñez, Gonzalo Rojas, Miquel Barceló, Claudio Rodríguez, etc. Y otras veces en guiños perfectamente engarzados, como los ecos de Ángel González: Pérez, hijo de Pedro, hijo de piedra; a Homero a través de personajes como Penélope, o de la mitología clásica como Sísifo, Ariadna, etc., por citar algunos ejemplos. También se apodera del lector a través de la conciencia social, con una infinidad de temas que van subyugando al argumento principal, y con los que nos hace partícipes de la necesidad de un pensamiento poético crítico En la noche de San Juan entregaré la pulpa y los atajos a la palabra “patria”, ese avispero…. Además, para ello hace uso del pronombre nosotros, nos convoca en ocasiones a todos, y ratifica su compromiso con el lector a través de una inclusión de la esencia más humana en sus dudas, sus afirmaciones y sus conclusiones, de modo que nos advierte de nuestra necesaria presencia en el mundo, algo parecido al ahí que reivindicara Jorge Riechmann.

Hay poemas sencillamente memorables, como Todo lo recubre piel humana, Estruendoso zumbido de lo real, o El fuego alguna vez fue un animal. Hizo ya María Ángeles Pérez López un libro originalísimo, Interferencias, editado por La Bella Varsovia, en el que el intertexto se hacía protagonista, y en este vemos cómo nosotros, nuestra naturaleza como seres, lo que nos rodea, en tanto que materia, somos el particular intertexto de los poemas. En definitiva, y por no hacer saya de un telar que no me pertenece, os recomiendo vivamente este libro para degustar una poesía hecha desde el trabajo y la emoción. Para mí es, sin duda, una voz imprescindible dentro de nuestro panorama poético.


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