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Miradla fijamente, analizad su gesto, su labio alegre, su impaciencia por la mano que la acaricia, no escucháis el ruido? los pájaros? la carcajada contenida? la comodidad inexacta ante el objetivo obsceno y amante de una hija? la exactitud de su pensamiento cuando mira y sabe que ese fragmento será y será y será y será. No percibís el sometimiento amable de sus ojos, que intuyen que será acariciada desde el otro lado de la pantalla pero con una mano real, caliente, con unos dedos reales y escrupulosos, a pesar de lo frío del cristal?
Ella lo sabe. Sabe que transmite todas las arrugas, toda la felicidad de saberse consciente, de cometer la locura de amar y corear con los ojos un rastro infinito de sangre protegida, su sangre, su imagen, sus ojos...

El día que llego a la treintena sólo me apetece celebrarla a ella, a la imagen hallada de la madre.

(Al otro lado de la cámara Naomi Kawase)

2 comentarios:

Erredé dijo...

¿Te ha pillado la crisis de los treinta? Ya se te pasará cuando llegues a los cuarenta.
Feliz cumpleaños.

Anónimo dijo...

ya lo he leído, loco... y treinta veces loco.