Quizá se haya escrito un crimen, como en la serie, en el momento en el que se crea el lenguaje, quizá se haya escrito, desde el principio, implícito en la letra, que el crimen se hará carne en todos los rincones que poblemos, en todos los huecos en los que pongamos la bandera, en todos los continentes conquistados. Es muy posible que se estuviera fraguando el crimen en el momento en el que la descripción se convirtió en la manera de entender lo que nos rodea. Se estaba fraguando el crimen a medida que fuimos llamando por su nombre a las cosas, se estaban poniendo los cimientos de esta sangría que amenaza, de esta hecatombe perfectamente etiquetada.
Soy un criminal, yo también, soy un asesino, cuando no tengo ganas de decir nada, y pienso con otro tipo de lenguaje, soy el asesino perfecto, porque no dejo señales en las víctimas, porque todos saben que he cometido un asesinato, y nadie, por falta de pruebas, nadie, se atreve a denunciarme.
Soy un criminal, yo también, soy un asesino, cuando no tengo ganas de decir nada, y pienso con otro tipo de lenguaje, soy el asesino perfecto, porque no dejo señales en las víctimas, porque todos saben que he cometido un asesinato, y nadie, por falta de pruebas, nadie, se atreve a denunciarme.
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