IMAGEN: Matías Miguel Clemente
No termino nada, nada de nada, no termino las cosas, acabo aburriéndome, de verdad lo digo, empiezo las cosas, monto una rueda de prensa, lo vendo, y pongo unos precios de escándalo, y cuando veo la reacción de la gente, cara de agrado, de aceptación, de ilusión incluso (siempre creen que será la primera vez que termino algo), entonces empiezo a pensar que a lo mejor no es tan buena idea, y lo dejo, no a medias, sino recién empezado. Y en realidad creo que es lo más valiente, y no esas chorradas de "si empiezas las cosas termínalas", "hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes (Yoda mediante también hago yo las cosas, no te jode)", "hay que tener valor para llegar hasta el final". ¡Venga ya!, voy a crear un estado en el que no se termine nada; de las casas sólo el porche; de los bares el letrero, del ayuntamiento sólo el buzón de reclamaciones, y de las leyes ¡Ah! ¡vale! ¡ya sé! ¡habrá una ley que!...bah.
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