Páginas

Postales de invierno, Ann Beattie

Imagen: Matías Miguel Clemente


Diálogos, diálogos y diálogos, pero qué me estás contando, lo que te digo, diálogos rápidos, trepidantes, abruptos, sencillos, diálogos limitados, acotados, estrechos, directos y capados, no a base de cincel sino de patadas directamente estrelladas en los picos de la misma conversación.

Quitar la sábana del estreno narrativo como a una escultura en una plaza y ver, a través de la obra inaugurada, al borracho que hay en la puerta del bar de enfrente, escultura dialogada con la que te puedes destrozar la nariz porque está ahí, pero no la ves porque es una figuración de lo que hay y no es poco, es mucho de lo que hay. Esto es Postales de Invierno de Ann Beattie. Una obra que te encuentras en mitad del día, andando.

Vas corriendo por la ciudad escupes y te estampas con tu escupitajo a la altura de tu cara, buahg, qué coño es esto?.


Una novela que traspasa las voces narrativas, que está dentro del diálogo, y que nos lo hace saber en el momento en el que las cosas son y están, sin más, y eso lo hace muy, pero que muy inquietante. Hacía mucho tiempo que un personaje no se me recreaba en su totalidad, no con la ayuda de lo que dice, sino absolutamente con lo que dice. Ese es Charlie. Un diálogo.

Los personajes no aparecen como un físico pensante y actante, no sé decir si la pragmática importa una mierda o es la base de esta novela. Los entornos y situaciones son consecuencia de una diálogo que se va incrementado como un ovillo de lana.

Hijos de hippies descolocados en la pretendida colocación de aquellos que se colocaron.

Lo que más me gusta es el desengaño que tienen los personajes y que no saben que vive con ellos, lo desesperado, lo marcado de sus posibilidades y esa especie de sumisión retorcida que nos jode, a todos, el día.

Postales de Invierno, Ann Beattie. Libros del Asteroide.

No hay comentarios: