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El hombre es un gran faisán en el mundo. Herta Müller.

IMAGEN: Matías Miguel Clemente



Aquella noche durmió tan lejos que ningún sueño pudo encontrarla.


Windisch pasa por todos lados, lo ve todo, está a cada momento mirando en cualquier ventana, y observándolo todo. Pero Windisch es parte del enjambre urdido en otra era que observa todos los días, él está, pero, puesto en marcha en este siglo, toda su comunidad tiene la era incrustada en la espalda, a fuego, a un fuego milenario, que hace que cuando se enciende la herida aparezcan todos los ancestros catapultando instintos.

Está tan preocupado por Amalie, por su instinto hecho forma, por la disolución de sus primarios actos, por su longevidad puesta en otra persona, en una hija, y en un ser, de su época, de su misma época, y de la misma era de la que viene Windisch.
hay tantos en la comunidad, Rudi, la vieja Kronen, Wilma, todos en Windisch, y todos desde fuera de Windisch.

El hombre es un gran faisán para el hombre, es oscuro, está inmerso en una especie de bruma eterna, de faroles amarillos a media tarde, casi de noche, en un bucle de tierra y nieve de la Dacia eterna. Me ha gustado, pero me ha dado miedo.


El hombre es un faisán en el mundo. HERTA MÜLLER. Siruela.

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