En ti están los cien mil caracteres hereditarios que te atan
dulcemente a los demás. Este verso pertenece al poema ¿Y si eres nadie? Se
trata de uno de los últimos versos de Incendio mineral de María Ángeles Pérez
López, editado por Vaso Roto. Seguidamente señalo: ¿Y ahora? ¿Quién crees que
eres yo? Este otro verso pertenece al primer poema, Mi cuerpo choca contra los
pronombres.
Los he rescatado así, de este modo -un verso del final y luego otro del principio- porque una de las claves de este libro, en mi opinión, es dar forma a la siguiente intuición: participamos al mismo tiempo del futuro y del pasado, somos materia fractal, estamos allá adelante y acá detrás, y nuestra presencia debe estar tutorizada por la búsqueda, por la interrogación, por la extrañeza, que son las que harán de la existencia un espacio para el conocimiento. Esta arquitectura del libro se construye, además, con otras temáticas que a mi parecer están magistralmente tratadas, y que podríamos resumir -por no extender este consejo, invitación, o como lo queráis llamar-, en la continuidad de la materia, materia granulada que no teme a su sombra, en la transcendencia del lenguaje, en la impronta que llevamos escrita en nuestra carne, piel, sustancia; en definitiva, la comunión que existe entre todo lo que nos rodea, y la unión que experimentamos, también, con un presente que nos reclama como seres racionales.
Existe en Incendio mineral un discurso en forma de poemas en
prosa que nos trae, además, ecos de otros grandes autores, a veces en forma de
mención, llamados al poema por la misma María Ángeles, como el caso de Aníbal
Núñez, Gonzalo Rojas, Miquel Barceló, Claudio Rodríguez, etc. Y otras veces en
guiños perfectamente engarzados, como los ecos de Ángel González: Pérez, hijo
de Pedro, hijo de piedra; a Homero a través de personajes como Penélope, o de
la mitología clásica como Sísifo, Ariadna, etc., por citar algunos ejemplos.
También se apodera del lector a través de la conciencia social, con una
infinidad de temas que van subyugando al argumento principal, y con los que nos
hace partícipes de la necesidad de un pensamiento poético crítico En la noche
de San Juan entregaré la pulpa y los atajos a la palabra “patria”, ese
avispero…. Además, para ello hace uso del pronombre nosotros, nos convoca en
ocasiones a todos, y ratifica su compromiso con el lector a través de una
inclusión de la esencia más humana en sus dudas, sus afirmaciones y sus
conclusiones, de modo que nos advierte de nuestra necesaria presencia en el
mundo, algo parecido al ahí que reivindicara Jorge Riechmann.
Hay poemas sencillamente memorables, como Todo lo recubre
piel humana, Estruendoso zumbido de lo real, o El fuego alguna vez fue un
animal. Hizo ya María Ángeles Pérez López un libro originalísimo,
Interferencias, editado por La Bella Varsovia, en el que el intertexto se hacía
protagonista, y en este vemos cómo nosotros, nuestra naturaleza como seres, lo
que nos rodea, en tanto que materia, somos el particular intertexto de los
poemas. En definitiva, y por no hacer saya de un telar que no me pertenece, os
recomiendo vivamente este libro para degustar una poesía hecha desde el trabajo
y la emoción. Para mí es, sin duda, una voz imprescindible dentro de nuestro
panorama poético.
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