Imagen: Matías Miguel Clemente
Todos los lados están en el mismo sitio, y todos los sitios en el mismo lado. Esta versión de Casiotone me lleva a subir al puente de hierro, a su estéril idiosincrasia. Es como un monumento que nadie ve pero que todos tienen presente, cuando hacen su guía mental e íntima de la ciudad. Hace que esta tierra de todos los demonios te manche de herrumbre y pasées por su tarde como se pasearía por la misma Philadelphia. Rojizo, aburrido, sometido al giro de la Tierra aunque éste sea allí imperceptible, por su rectitud y planicie.
Cuando vi Ángeles resisten al atardecer de Carlos Fernández (¿Salvarías la ciudad si sólo hubiese una persona justa?) no estaba allí, pero lejos de transportarme a Madrid, Houston, Berlín, Tampa, Ciudad Real...qué se yo, me fui directamente a las tardes de AB, al pijo.
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